miércoles, 26 de marzo de 2008

http://funambulo.wordpress.com/2007/01/15/cuento-erotico-una-cama-en-la-cabana/

Este me lo encontre paseando por el mundo de los Blogs... y me parecio muy genial... no se si excitacion o susto... ejejejejeje... enjoy!



Cuento erótico: Una cama en la cabaña

cabaña

Javier y Elena estaban casados, pero no el uno con el otro, así que solían verse en hoteles cuando podían. Sin embargo, algunas veces daban una excusa a sus parejas que les dejaba libre todo un fin de semana y entonces se iban a una cabaña de madera que Javier tenía en medio de la campiña. Era una cabaña aislada en la que podían estar a solas y lejos de miradas indiscretas, porque no había una sola casa en varios kilómetros a la redonda. Era un lugar perfecto.

Al llegar la noche, encendieron la calefección y se entregaron a su pasatiempo favorito.

Elena se tumbó en la cama y Javier la desnudó con parsimonia, muy despacio mientras ella, inmóvil, se dejaba hacer. Una vez desnuda, él la tomó de las manos y, con delicadeza, las esposó al cabecero de la cama. Después le cubrió los ojos con una venda y le dijo “eres mía”. Elena, encadenada y ciega, respondió en un tenso susurro: “sí, soy tuya”.

Javier respiró hondo y se volcó sobre ella. Lamía pedazos de su piel al azar, por sorpresa, buscando los recovecos. Poco a poco fue erizando el cuerpo de Elena desde sus labios hasta la punta de los dedos de sus pies. Ella no podía verle, y eso hacía que sintiese su tacto con más intensidad.

Entonces Javier se tumbó sobre ella y la penetró. Se movía son suavidad, fundiéndose con su amante en una aleación tibia y lenta, pero poco a poco el deseo le llenó de urgencia y los movimientos se hicieron más rápidos, como furiosas embestidas sobre el cuerpo de Elena. Las manos de ella se tensaron como si quisieran abrazarle, pero las esposas no le permitían liberarse. Arqueó la espalda y se entregó a las sensaciones mientras la cama comenzaba a agitarse al ritmo que imponía Javier. El cabecero se golpeaba contra la pared de la cabaña provocando un sonido metálico intermitente, como de código Morse.

Su código Morse.

Parecía que toda la cabaña temblaba con ellos, que crujía y gemía con ellos. Las vibraciones de la pared ascendieron hasta el techo y la lámpara de hierro que colgaba sobre ellos empezó agitarse al compás de sus cuerpos. De pronto, se desprendió y cayó sobre la espalda de Javier, golpeándole en la nuca.

Se sacudió en un espasmo y desplomó su peso muerto sobre Elena.

“Javier, ¿qué te pasa?” Silencio. “¡Javier!”, gritó. Angustiada, Elena intentó quitarse la venda de los ojos, pero no pudo hacerlo. Las esposas no se lo permitían.

La cabaña era un lugar perfecto para dos amantes. Nadie sabía que estaban allí.

viernes, 14 de marzo de 2008

http://haikucircus.com/pacman.gif


http://haikucircus.com/pacman.gif

martes, 4 de marzo de 2008

Skelewags - Urban Art

http://www.baekdal.com/Design/Art/Skelewags/